Se coloca al paciente en un entorno de tamaño adecuado y luego se aumenta la presión que rodea al paciente permitiendo que el oxígeno fluya hacia el compartimento sellado.
El objetivo de la oxigenoterapia hiperbárica es aumentar la cantidad de oxígeno entregado al tejido enfermo para ayudarlo a sanar. A medida que aumentamos la concentración de oxígeno en la sangre a niveles muy altos, aumentamos la difusión de oxígeno en los tejidos. La oxigenoterapia hiperbárica se puede utilizar sola o junto con terapias convencionales (medicina integrativa).
Como ocurre con cualquier tratamiento, administramos oxigenoterapia en varias dosis, frecuencias de administración y duración de la terapia, dependiendo de la enfermedad o afección que se esté tratando. Por ejemplo, un protocolo podría exigir que un paciente reciba dos atmósferas de presión (como sumergirse a 33 pies en el océano) durante una hora cada dos días durante siete a 10 tratamientos.
Los riesgos asociados con la terapia hiperbárica son mínimos cuando se aplica profesionalmente. Como ocurre con cualquier terapia, rara vez pueden ocurrir reacciones imprevistas. Miles de personas y animales han sido tratados con éxito con esta terapia. Durante la terapia se controla continuamente la posibilidad de toxicidad por oxígeno y barotrauma, dos efectos potenciales de la administración de oxígeno a presión. La incidencia de estos efectos se minimiza mediante la dosificación, frecuencia y duración adecuadas de la presión y el oxígeno, y procedimientos de compresión y descompresión administrados profesionalmente.